Harry Beck, sobre 1933, se dio cuenta de que lo importante no era la ubicación física de las estaciones, si no su situación relativa. Es decir, lo importante no era saber dónde estaba estación X sino si X estaba cerca de estación Y. Se trata de un mapa “topológico”, no geográfico. La misma idea se aplica a esquemas de circuitos eléctricos.
Las reglas son simples. Líneas verticales, horizontales y de 45 grados de distintos colores, puntos “más gordos” para estaciones con más de una línea… Basta ver el mapa de Londres.
Ahora bien, veamos el nuevo mapa del metro de Madrid. Está claro que no es geográfico... pero ¿es topológico? Pues más bien ni de lejos.
Y es que este mapa no me convence. Y no es por falta de costumbre. Con el antiguo te hacías una idea de dónde estabas y de las distancias, pero con el nuevo jamás se me ocurriría ir andando desde Pacífico a Menéndez Pelayo o Conde de Casal -que están a 2 minutos andando-
Pero bueno, "es lo que hay"...